SIN AVANCES NI DETENIDOS EN EL CASO DE LA FAMILIA EJECUTADA EN TECAMAC

Sin pista de los sicarios que asesinaron a sangre fría a cinco miembros de una familia en Tecámac, Estado de México la madrugada del pasado lunes 9 de junio, entre las víctimas había dos menores de edad de 15 y 17 años. Hay indicios de que se trató de una venganza, de un ajuste de cuentas entre vendedores de droga en la zona.
Fueron muchos balazos, muchos los que se oyeron. Los vecinos se asomaron a la calle y tras la lluvia de balas, vieron salir corriendo a tres sujetos de la casa de don Rubén, en la calle Primera Cerrada de Castillo, en la colonia del Castillo Atlatongo, Tecámac. Ante los hechos, varios vecinos llamaron al 911 y pidieron la presencia de la policía municipal. Ante la magnitud de los hechos, también arribaron elementos de la Guardia Nacional.
Tras la escena diabólica, los policías encontraron en diversos espacios de la casa, a cinco personas muertas, sangrantes, casquillos de armas de 9 milímetros, desorden, pues se presume que los integrantes de la familia dentro de su hogar buscaron un lugar donde esconderse, pero, los sicarios iban decididos, llevaban la consigna de no dejar a nadie vivo.
Minutos después de la masacre llegó al lugar de los hechos, la esposa de don Rubén, la señora Ana María “N”, de 52 años de edad, acompañada de sus hijos con quienes -dijo- acudió a un convivio y, tras, enterarse de la masacre, confesó que su esposo se dedicaba a la venta de drogas al menudeo en la colonia. Hasta el momento se desconocen sus declaraciones que haya realizado ante el ministerio público.
Versión de los vecinos, cuentan que aquella madrugada del pasado lunes 9 de junio, las ráfagas de disparos los alertó. Aseguran que es común escuchar balazos en las noches, pero, muy esporádicas, pero, ahora, fue una aterradora ráfaga de balas quien despertó y alertó al vecindario y comenzó la noche negra.
Los bazos se escucharon muy cerca, con eco. Varios de los vecinos se asomaron a sus ventanas y coinciden en haber visto a tres sujetos salir corriendo de la casa de don Rubén y darse a la fuga en un automóvil -sin dar características-. De inmediato, vía telefónica llamaron a la policía, al 911 y a los servicios de urgencias.
Al llegar los policías y presentir peligro, desenfundaron sus armas, entraron a la casa de don Rubén y, grande fue su sorpresa al descubrir a cinco personas muertas, acribilladas a balazos, todas se hallaban en distintos lugares del inmueble, como si hubiesen buscado donde esconderse.
Justo en los momentos de pánico e inspección policiaca llegó al lugar de los hechos, la señora Ana María “N”, esposa de don Rubén, quien sostuvo que ella y sus hijos habían acudido a un convivio; respecto a las víctimas reconoció a su esposo Rubén “N”, de 45 años; Fernanda “N” de 23; Alicia “N” de 65 y dos menores de 15 y 17 años. No hay detalles respecto a su reacción ante la masacre.
A una semana de la masacre en la colonia Castillo Atlatongo, municipio de Tecámac, la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, no ha dado cuenta de la investigación, ni de que haya detenidos por este suceso que alteró e indignó al vecindario.
Cuentan los vecinos que cuando arribaron al lugar de los hechos los tripulantes de las ambulancias de Protección Civil, los paramédicos salieron con las camillas vacías, informaron a los policías que las cinco personas no tenían signos vitales.
Tras las primeras inspecciones oculares que practicaron en el escenario del múltiple homicidio, el agente del ministerio público informó que los occisos quedaron tirados en distintos puntos del inmueble, que todos presentaban múltiples balazos y el tiro de gracia. Las armas utilizadas fueron calibre .9 milímetros, pues dentro de la casa se encontraron al menos 20 casquillos de dicho calibre.
La única pista con la que cuenta la policía es que integrantes de esta familia asesinada, se dedicaban a la venta y distribución de drogas y que, ya antes, sus familiares habían recibido amenazas de muerte, desconocía los motivos, declaró.