TERROR Y MUERTE, OTRA VEZ, SEPTIEMBRE NEGRO: 2024

Por José Santos Navarro

Otra vez un septiembre negro dejó una estela de terror y muerte, cuando 17 personas perdieron la vida, entre ellas, cinco menores, un bombero y además varias personas heridas, fue el saldo de dos deslaves de cerro, el primero, se registró el viernes 13 de septiembre en la población de San Luis Ayucan, Jilotzingo y el segundo el 16 de septiembre en la colonia La Raquelito, en Naucalpan, ambos municipios del Estado de México.
La tierra tronaba, la lluvia pertinaz en momentos se volvía tormenta y en otros se convertía en tromba, el chillido de los cables de luz que se juntaban y sacaban chispas daban un toque de terror en las calles. La intuición de riesgo, de peligro se apoderó de los habitantes de la comunidad de San Luis Ayuca, municipio de Jilotzingo. Se corrió la voz de peligro, un incipiente río de lodo fue el aviso; adivinaban que el cerro se les venía encima y comenzó el éxodo. Cientos de familias dejaron sus casas construidas sobre la falda del cerro y decidieron buscar un lugar seguro, evitando las calles que daban desfogue al agua de lluvia. Todo era horrible, coinciden en narrar vecinos, testigos y víctimas de la tragedia.
Finalmente vino el deslave, cientos de toneladas de tierra, rocas, piedras y árboles formaron un río de muerte que todo destruía a su paso. La gente, las familias corrían y buscaban donde protegerse, salirse de la ruta de bajada del lodo, piedras y agua. Fueron momentos de vida o muerte, pero, de entre el peligro, de entre los brazos de la muerte lograron ponerse a salvo.
Refugiados en la escuela primaria Emiliano Zapata, comenzó el recuento de personas, de las familias. No estaban todos, les faltaban vecinos y de inmediato, pasada la furia de la naturaleza, sin medir peligro apareció la solidaridad humana y con uñas, manos, cubetas, palas y picos se comenzó a buscar a los vecinos faltantes. Otros a través de celulares solicitaban auxilio a las autoridades, al 911, a los bomberos, a la Cruz Roja, a la policía municipal y, además, súplicas y oraciones por quienes faltaban.
Así, de pronto los colores tricolores de las fiestas patrias cambiaron por luces azules, rojas y amarillas de torretas de patrullas, bomberos y ambulancias. Los socorristas corrían con sus perros -binomios rescatistas-, por radio de patrullas se pedía más apoyo, ¡Emergencia Mayor! Gritaban y narraban cómo el deslave de un cerro sepultó y destruyó varias casas; los habitantes hablaban de muchos desaparecidos, además, de que se seguía el riesgo de otro deslave que, afortunadamente no se dio.
La parte más dañada por el deslave del cerro fue parte de la colonia Emiliano Zapata, próxima a la escuela primaria del mismo nombre. Esa noche había operativos de seguridad por cuestiones del Grito de Independencia y la alcaldesa de Jilotzingo, Ana Teresa Casa González, autorizó a socorristas y policías acercarse a la zona cero, pero, por el alto riesgo y la lluvia que no cesaba, horas después autorizó la suspensión de búsqueda, para entonces ya se habían rescatado varias personas sin vida.

TESTIGOS Y VÍCTIMAS
“Sólo queda levantarnos”, dijo Daniel Becerril quien aún consternado y con rasgos de dolor en el rostro, dijo que entre él y su hermano se dieron a la tarea de rescatar a su hermana ciega, a su cuñada y a su madre quien estaba en shock al ver y escuchar el sonido de las piedras y lodo de cómo venían barriendo todo a su paso, además del riesgo de los cables de luz que chocaban y sacaban chispas, esto por las fuertes rachas de viento.
Tras poner a sus familiares en lugares que ellos creyeron eran seguros, Daniel y su hermano regresaron, exponiendo la vida, pero, tenían que rescatar a sus animales, perros y gatos para ponerlos en lugares seguros, luego se crearon improvisados refugios para animales caseros. Daniel, aún incrédulo no daba crédito a lo que vivió esa noche y lo que hizo junto con su hermano, dan gracias a Dios porque, dice: “Lo podemos contar”.
Para el martes 17 de septiembre en la parroquia de San Luís Obispo se dejó un espacio para los animales rescatados y transportados por personal del municipio y ciudadanos. Muchos animales fueron abandonados o más bien, ellos también al presagiar el peligro también huyeron del lugar para ponerse a salvo, por instinto propio. Hoy muchos de ellos, perros, gatos, conejos, pájaros y otros están a salvo.

NAUCALPAN
El segundo y mortal deslave se registró el martes 16 de septiembre en la colonia La Raquelito, en el municipio de Naucalpan, cuando la familia Rojas celebra el cumpleaños de uno de sus integrantes, ahí, festejando a la vida los sorprendió la muerte, esto a escasos 2 kilómetros de la población de San Rafael, Naucalpan, por los rumbos de Chamapa.
La casa estaba construida con madera y lámina de cartón. Dentro la familia Rojas estaban en plena celebración familiar, había pastel, música, alegría, cuando de pronto, los sorprendió el deslave, quedaron sepultados, los sobrevivientes como el señor Magdiel Rojas, haciendo un gran esfuerzo por mostrarse fuerte, apuntó que en su familia murieron seis integrantes, entre ellos cinco menores de edad.
La noche del miércoles 18 de septiembre se realizaron los funerales de los seis integrantes de su familia que murieron al quedar sepultados por un deslave mientras celebraban el cumpleaños de uno de sus familiares que ahí murió.
Cerca de la una de la madrugada inició el velorio de cinco menores, entre 10 y 15 años, y su abuelo, quienes murieron a consecuencia del deslave en la colonia La Raquelito, en Naucalpan.
Amigos y vecinos, que desde horas antes habían montado las carpas para un funeral abierto, acompañaron a los familiares sin importar el frío ni el cansancio. Magdiel Rojas Reyes, padre de dos menores fallecidos, agradeció la solidaridad de los vecinos.
Sorprendentemente fuerte, no lloró ni se le hizo un nudo la garganta y habló con autoridades y reporteros: “Esta es la cara que yo tengo ante ustedes porque tengo que estar fuerte, la mamá de mis hijos está mal, su mamá está mal, su padre ya no está, su hermana está hospitalizada, se quedó sin tres hijos, nosotros sin dos hijos, es la cara de dolor, pero también alguien tiene que dar la cara”. Luego agradeció la solidaridad, apoyo y ayuda material y alimentaria que autoridades y vecinos le hicieron llegar y, aún así, sostuvo que era tanta la ayuda, que él mismo donaría algo a quien también la necesitara.

SEPULTURA
Aún con lluvia el día del funeral, continuó llegando gente y ante los seis féretros algunos abrazaban las cajas, otros oraban, lloraban, despedían al amigo a la amiga, al familiar a la víctima de la tragedia. Fueron momentos de otro deslave, de cuando se rompe el corazón. Las seis víctimas serían sepultadas en el panteón de San Andrés Atoto.
Ahí, en una carpa adornada con globos blancos, adaptada en el parque de la comunidad, sobre la calle de Sauces, desde la noche del martes, alrededor de las 22:00 horas llegaron los féretros que contenían los restos mortales de cinco menores de edad, de entre 10 y 18 años y una mujer de 80, todos ellos integrantes de una misma familia, para ser velados y que familiares, amigos y conocidos se unieran en oración por su eterno descanso.
Ese día a las 13:00 horas antes de que se oficiara una misa de cuerpo presente por el eterno descanso de los fallecidos, el ambiente que se vivió fue de tristeza, llanto, desolación e impotencia, cuando al lugar arribaron decenas de personas para darles el pésame a los padres de los occisos. Niños lloraban a sus amiguitos, compañeros de la colonia y de la escuela se abrazaban a las cajas blancas.
Uno a uno los compañeritos de colegio de los menores muertos fueron desfilando alrededor de los féretros, algunos pasaban de filo y otros los abrazaban y lloraban inconsolablemente por la muerte de quien consideraron un gran amigo.

BOMBERO
El bombero y fotógrafo de Protección Civil, Jorge Arce Dionisio, quien falleció en el deslave de Naucalpan, quien murió en cumplimiento de su deber, cuando trabajaba en la zona de desastre, vino otro pequeño deslave que lo sepultó y grandes piedra lo golpearon. Aún herido fue llevado al hospital donde falleció. El amigo bombero fue despedido con un emotivo homenaje de sus familiares y compañeros del H. Cuerpo de Bomberos de Naucalpan.
Varios de sus compañeros realizaron guardias de honor y tuvieron palabras de agradecimiento para el rescatista, a quien calificaron de una persona buena y amable, trabajadora y valiente siempre presto y dispuesto para ayudar a la gente. La ceremonia fue de cuerpo presente, donde Jorge Arce yacía dentro de un ataúd azul.
Finalmente, viene a hora la calma, pero también la respuesta del gobierno estatal y municipal, para apoyar a más de 200 familias que resultaron dañas por las lluvias, trombas y fuertes vientos que causaron deslaves, inundación y tragedia, mucha tragedia. La recuperación y reconstrucción será la prueba de fuego para el actual gobierno de Morena.
Por cierto, autoridades mexiquenses alertan a la población del posible riesgo de que se desborden algunas presas que ya están saturadas y en cualquier momento podrían provocar otros escenarios de inundación en varias zonas.